Si hablamos de comerse la galletita, Don Saturnino Martinez, fundador de Don Satur S.R.L., no puede faltar a la conversación. Delgado y calvo, sus características nos hacen pensar en el banco de suplentes de Boca Juniors; la verdad nos revela un Saturnino hosco y testarudo, "Yo no me siento engreído por imprimir los paquetes de bizcochos con la imagen de mi rostro, si los fundé yo, y se llaman como yo, ¿qué querés? ¿qué ponga la cara de Fernando Bravo, pelotudo?".
Con el sentido de la audición severamente disminuido y afectado por una avanzada senilidad, Saturnino Martinez se confunde con las preguntas de pELuZoN oF PuPo sobre galletitas de agua, aunque no deja de ser contundente en sus declaraciones: "Siempre me gustaron las Criollitas, pero cada tanto me como un travesti".
Saturnino Martinez, con escasos ahorros, fundó una humilde panadería hace 35 años, era tan mala la situación económica que atravesaban por aquellos años, que a sus hijos no los dejaba morder los grisines; para engañar al estómago y hacer durar más la comida, los obligaba a chuparlos.
Pero así como Luis Rubio la pegó con Heber Ludueña, a Don Satur también las cosas le sucedieron accidentalmente: hace unos 33 años, una empleada recién ingresada a la panadería, confundió las proporciones entre harina y grasa bovina en la preparación de la masa para los bizcochitos. Saturnino, para no perder la producción, agarró el pincel, la cal, y escribió en el cartel tipo caballete de la vereda: "En esta panadería, los bizcochos de grasa, son de grasa".
Un éxito: Poco a poco el bizcocho se fue haciendo cada vez más popular y toda la familia trabajó para abastecer la demanda. "Una vez vino un tipo que decía ser presidente de los Estados Unidos, y me quiso comprar la fórmula de los bizcochos en 300 millones de dólares, le dije que a mí no me venga con cuentos chinos y que si no se iba le metía una zapatería en el ojete. A la semana no va que compra por el mismo dinero la fórmula de unas galletitas dulces y les pone Lincoln de nombre, me quería cortar la poronga".
Hace apróximadamente una década, una tía de Saturnino Martinez, Maruca, se opuso a un nuevo aumento de grasas en la receta de los bizcochos, lo que derivó en un enfrentamiento y la consiguiente expulsión de Maruca de la empresa, quien con la indemnización, se abrió otra empresa a la que llamó "Tía Maruca".
Saturnino recuerda: "Que pedazo de culo que tenía la Maruca, ¡por Dios!. Era de esas tías a las que uno se las empoma sin atender a cuestiones de familia, ¿entendés?. Nunca me dio cabida la zorra. Hace poco nos encontramos en una reunión de empresarios de la galletita, nos sentaron en la misma mesa, cansado de verla con cara de enojada, le dije: "¡Vamos Maruca!, mostrame una panchita. Ella se levantó el vestido y me mostró un calzado poco elegante. Yo en realidad se lo decía porque había visto un cartel de una primera marca que rezaba "Ahora las Sonrisas se llaman Panchitas", y bueno, me quise hacer el adolescente cool y quedé como un viejo pancho, me quería cortar la poronga".
pELuZoN oF PuPo: Bueno... ahora me tenés que contar la vez que le hiciste comer el bizcocho a tu tía, porque si te fijás, yo títulé eso, y si no escribo sobre eso, parece que pELuZoN es sensacionalista.
pELuZoN oF PuPo: Epa!! epa!! epa!! viejo violeta. No pensé que lo de comerse el bizcocho era figurativo.
Don Saturnino: ¿Ahh, no? ¿y también te creíste que mis hijos chupaban grisines?
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¿Viste las estrellitas que hay abajo de cada post? Bueno, son un farsa, él unico que las apreta soy yo, a un post de abajo le puse 28 estrellitas, me da mucha vergüenza, perdón, se los quería contar.